Liberté

Querida maestra,

Son las 6 de la tarde y estoy en un café esperando a mi amiga, hace calor y parece que el verano ha llegado con fuerza.

Cada año por estas fechas nos reunimos para hacer balance, sin miramientos, y celebrar, también sin miramientos, que hemos sobrevivido un curso más.

Aunque estamos exhaustas y, todavía, con el nervio acelerado, - nos va a costar un par de semanas entrar en modo relax, lo sabemos, - este café es un espacio para hablar sin filtro, para avanzar y atrevernos a tomar las decisiones que nos hacen crecer como persona.

Durante años, quizás demasiados, nos hemos permitido repetir algunas frases y con ello algunas actitudes, que nos han hecho sentir que no avanzamos, o peor, que retrocedemos. Pensando que nada podíamos hacer para cambiar la situación.

Pero hoy ha sido diferente. Quizás ella ha llegado a su limite, quizás este año ha sido la gota que ha colmado el vaso, quizás... la situación ya es insostenible, por lo menos para ella.

Obviamente estas conversaciones son intimas y privadas pero quiero contarte algunos fragmentos (mi amiga me ha dado su permiso) que se repiten como un mantra. Pero que nos hemos prometido no volver a repetir.

  • Ya está. Estamos oficialmente de vacaciones - Dice suspirando, antes de sentarse.

  • Suena a milagro. Aunque nos conozco… nos va a costar semanas bajar el ritmo.

  • Pero este café es nuestro ritual, ¿no? Aquí es donde nos decimos las cosas como son. - ella sonríe con cansancio mientras deja el bolso.

  • Sin filtros y con café cargado.

Nos miramos un segundo, y en esa mirada se condensa la fatiga, la rabia y también el cariño de sabernos cómplices en esta batalla silenciosa.

  • Estoy muy harta. Los pasillos son un desfile de caras largas, de veneno mal contenido. Todo acumulado hasta que estalla… o en gritos inoportunos, o en depresiones, o en cuerpos que colapsan. - dice en tono enfadado, mientras mueve lentamente la cucharilla, sin mirarme.

  • Y mientras tanto… los niños. Cada vez más tristes. Esos silencios que cortan el alma. Un niño triste no habla… y nadie parece escucharlo. Es un silencio que se camufla entre gritos, que esconden atención inmediata.

  • Es devastador. La frustración de no profundizar en nada, de saltar de un tema a otro al tun-tun… Eso no es educación, es un ruido que mata la curiosidad, la inspiración, la creatividad... Y a eso súmale la inacción e incompetencia del entorno… y no digamos las redes, ese bombardeo superficial…

Un silencio pesado cae entre nosotras. Mirándole fijamente le pregunto.

  • ¿Y qué vas a hacer el curso que viene?

  • No lo sé. Pero siento que he llegado a un punto de no retorno. No quiero ser cómplice de un sistema que perpetúa dolor.

  • Entiendo. El malestar es generalizado, la verdad, pero el silencio lo es aún más. Y es insoportable. Además, las mejores maestras que conozco ya están fuera del sistema.

  • ¿Y sabes qué? No me sorprende.

  • Es que los niños merecen ser educados, merecen aprender, merecen tantas cosas que no les damos… pero el sistema no esta para eso. Ya lo sabemos.

Las dos nos quedamos en silencio un instante, conmovidas. En su mirada hay algo distinto, como si necesitara espacio para atreverse a nombrar lo que viene.

  • Estoy pensando en dar un paso al lado. Buscar otra manera. El cuerpo me pide cambio. Ha llegado el momento del gran salto.

  • ¿Salto…? - le pregunto con una sonrisa de pura ilusión y total complicidad.

  • Sí. A veces pienso que me estoy traicionando quedándome ahí, repitiendo frases y actitudes que me hacen sentir estancada. Quizás este año… ha sido la gota que a colmado el vaso. - Respira hondo, como si algo se liberara en su cuerpo - Quiero ser yo. Ser parte de un espacio donde la educación sea lo que siempre he soñado: profunda, humana, respetuosa.

  • Lo sé. Seguir ahí dentro es sobrevivir… y te mereces vivir. Florecer, aunque el camino sea difícil. - ambas sonreímos, con esa complicidad que lo dice todo.

  • Florecer duele… pero es la única forma de ser libres.

Algunas notas que escribimos en la cafetería.

Como puedes imaginar, la conversación fue larga e intensa. Ha pasado una año ya desde entonces, y afortunadamente las cosas han cambiado, por lo menos para ella.

En su momento, decidimos dejar por escrito las ideas que surgieron, y hoy las quiero compartir contigo.

  • “Si esperamos el momento perfecto, nunca llegará.”

  • “Es ahora o nunca.”

  • “No huimos: elegimos florecer.”

Se que muchas de nosotras sentimos lo mismo, y aquí tienes un espacio seguro para florecer, y por supuesto puedes escribirme si quieres compartir tu sentir, estaré encantada de leerte.

Si quieres saber más, en mi newsletter te cuento mis reflexiones más intimas y te doy recursos prácticos que aplico cada vez que necesito un respiro o cargarme de energía. También puedes agendar una Sesión 1:1 te acompañaré en tu camino y expandirás tu esencia.

Disfruta del verano, y descansa, descansa mucho.

Un abrazo,

Athenea Bassi

El blog de Athenea Bassi

Este espacio es para compartir contigo reflexiones y conocimientos que te inspiren a explorar tu propio camino de transformación. Aquí descubrirás artículos creados con mimo, pensados para brindarte un refugio de paz, serenidad y equilibrio. Mi deseo es que, a través de cada lectura, encuentres nuevas perspectivas para transformar tu bienestar y afrontar los desafíos del día a día con mayor claridad y confianza.

Newsletter

Mi espacio íntimo para inspirarte mientras disfrutas con un buen café.

Configuración de Cookies

© 2025 atheneabassi.com - All rights reserved